Las competencias hípicas exigen una dimensión predominante para la pista, que excluya cualquier solución circular o de polígono regular, por lo tanto, se eligió el rectángulo como forma básica para la construcción del estadio cubierto. Se planteó un techo en la extensión del parque que cubriera la pista pero que no formara un espacio cerrado, objetivo conseguido mediante la forma convexa del cielorraso, cuya superficie se eleva hacia el cielo a medida que se aleja del centro de la pista, acentuando la liviandad buscada y produciendo desde el interior una sensación espacial interesante.

La actividad se realiza en un picadero central de 40 x 80 metros útiles, acompañada por dos tribunas con capacidad para 5.000 espectadores y con los servicios auxiliares y palcos para jurado y periodistas en una de las cabeceras. Los accesos para jinetes se dan por tres puertas y el ingreso del público es a través de escalinatas ubicadas bajo las tribunas.

Por otro lado, el diseño y cálculo de la estructura metálica se basó en el estudio del fenómeno de resonancia y autovibraciones, obteniéndose un bajísimo tiempo de oscilación. Este logro es relevante, no sólo para ponerse a resguardo de la solicitación eólica, sino también para acortar la acción perturbadora de las aeronaves del vecino Aeroparque de la Ciudad de Bs.As.

La obra ha sido preparada para extenderla hasta 100 metros de largo y cerrarla en todo su perímetro con carpintería metálica vidriada.